Por: Derissé De León
SOSUA.- Para muchos, Adolfo Faringthon es el artista que más auge y difusión ha dado a la plástica en cuyo contenido se mezclan exquisitamente elementos de la cultura taína con un sinnúmero de formas y texturas espectaculares pero para muchas personas que han seguido su trayectoria artística, es el experto artista que plasma sonidos, colores y emociones del jazz en un lienzo para ambientar con majestuosidad los escenarios de los renombrados festivales dominicanos de jazz celebrados por años entre Puerto Plata, Santiago, Sosúa y Cabarete.
En las obras de este artista nativo de Sosúa, encontramos una variedad temática que rinden homenaje a lo ancestral, lo natural, lo etéreo y a una de las bellas artes más elevadas: la música porque es un impresionante artífice del pincel, de las formas, de las grandes dimensiones y de las sensibilidades que invierte en cada lienzo que plasma.
“Mi afición por el arte y por la música nacen en momentos específicos. Primero, mi vocación por las artes plásticas al descubrir una fuerte inclinación hacia las artes manuales y así comienzo a experimentar con pequeños lienzos y como escenario utilizaba la playa de Sosúa y Cabarete y luego doy mayor formalidad con el estudio y convivencia con otros artistas. La pasión por la música se despierta cuando empiezo a trabajar mi pintura para ilustrar las portadas de las producciones discográficas del artista Chichí Peralta, a quien considero mi hermano doblemente”, nos expresa Faringthon.
Adolfo nos comenta que en una de las galerías de arte existentes en Sosúa en el año 1988, conoció las obras de los maestros Guillo Pérez y Cándido Bidó de las cuales adquirió conciencia de elementos básicos como el color, el volumen y las formas y “desde ahí considero que mis orígenes esenciales son autodidactas luego llegó un proceso en que comprendí que no quería hacer arte sino ser artista”.
De lo Taíno al Jazz
Hace siete años que hice contacto con Adolfo para que expusiera en la exposición colectiva “Expresiones Caribeñas”, que organizamos en Puerto Plata un grupo de colegas artistas y verdaderamente al presentar sus obras no había mucho que comentar ya que éstas expresaban nuestras raíces, la parte taína, de una manera sublime y armoniosa y muy atinada cuando obras de gran tamaño se hacían acompañar de lámparas trabajadas con tinajas como bases, que esbozaban importantes elementos de esa cultura extinta y protagonista de nuestro proceso de mestizaje.
“Para mí es un sueño, nadie me entiende quizá lo harán cuando ya tenga barbas blancas pero yo vi parir en mis manos el arte taíno con forma y fondo, con un trabajo más investigativo y consciente de esta cultura y que de manera asombrosa comencé a ver como se instalaban fábricas que reproducían la esencia de mis obras y que en Bávaro, los turistas comenzaron a consumirla más que la pintura haitiana y lo que es más, la gente se contagió y se adoptó algo que era de los taínos y que yo le había dado auge y difusión”, manifiesta este artista.
Adolfo asume que “aunque los críticos de arte no han explorado a fondo la riqueza de la inclusión de los elementos taínos en las artes plásticas”, se siente satisfecho de que ese estilo haya cambiado significativamente el contenido visual de la artesanía dominicana y de que ya en tiendas de regalos, los turistas encuentren más este tipo de obras y no las pinturas haitianas que aunque exhibían el contenido cultural y social de Haití, bien habían invadido el mercado de la plástica nacional en escenarios diversos.
La evolución de Faringthon no se quedó en su producción de piezas con ese valor cultural sino que se convirtió en el artista responsable de que cada año el Dominican Republic Jazz Festival tuviera un escenario atractivo por el que se despliegan una serie de reconocidos jazzistas internacionales, lo cual logró incorporando grandes paneles o lienzos de sus pinturas a manera de metáforas entre sonido y color por seis años consecutivos.
“Mucho antes de incorporarme a trabajar con los productores del Festival de Jazz ya existía en mí ese apego a la música por lo que en esos festivales encontré la magnífica oportunidad de ofertar una nueva visual al escenario de tal manera que músicos y público se sintieran en armonía y al ver que la escenografía de esos conciertos eran piezas de los departamentos de producción de los hoteles decidí crear algo que le otorgara un sello distintivo a ese evento anual tan atractivo e importante”, añade.
Desde la celebración del tercer festival de jazz en el año 2001, las obras de este artista han otorgado la brillantez y majestuosidad que se requiere para recibir a artistas locales, nacionales e internacionales de la talla de Chuck Mangione, Arturo Sandoval, Chichí Peralta, Gonzalo Rubalcaba, Néstor Torres, Sandy Gabriel, Richie Flores y otros de gran renombre.
Vale resaltar que la trayectoria de nuestro artista goza con el aval de su incesante participación en más de 22 exposiciones individuales y colectivas tanto en República Dominicana como en Francia, Suiza, Canadá, Cuba y Estados Unidos.
Por lo demás Faringthon es el artista inquieto y hurgador de un arte armónico cuya inspiración y desarrollo ha sucedido entre lo taíno y el jazz pero por sobre todas las cosas, es un ser humano con una gran sensibilidad y espiritualidad que le han permitido trascender de Sosúa al mundo y que a través de su arduo trabajo ha logrado producir propuestas cargadas de colorido, ritmo y paz.
SOSUA.- Para muchos, Adolfo Faringthon es el artista que más auge y difusión ha dado a la plástica en cuyo contenido se mezclan exquisitamente elementos de la cultura taína con un sinnúmero de formas y texturas espectaculares pero para muchas personas que han seguido su trayectoria artística, es el experto artista que plasma sonidos, colores y emociones del jazz en un lienzo para ambientar con majestuosidad los escenarios de los renombrados festivales dominicanos de jazz celebrados por años entre Puerto Plata, Santiago, Sosúa y Cabarete.
En las obras de este artista nativo de Sosúa, encontramos una variedad temática que rinden homenaje a lo ancestral, lo natural, lo etéreo y a una de las bellas artes más elevadas: la música porque es un impresionante artífice del pincel, de las formas, de las grandes dimensiones y de las sensibilidades que invierte en cada lienzo que plasma.
“Mi afición por el arte y por la música nacen en momentos específicos. Primero, mi vocación por las artes plásticas al descubrir una fuerte inclinación hacia las artes manuales y así comienzo a experimentar con pequeños lienzos y como escenario utilizaba la playa de Sosúa y Cabarete y luego doy mayor formalidad con el estudio y convivencia con otros artistas. La pasión por la música se despierta cuando empiezo a trabajar mi pintura para ilustrar las portadas de las producciones discográficas del artista Chichí Peralta, a quien considero mi hermano doblemente”, nos expresa Faringthon.
Adolfo nos comenta que en una de las galerías de arte existentes en Sosúa en el año 1988, conoció las obras de los maestros Guillo Pérez y Cándido Bidó de las cuales adquirió conciencia de elementos básicos como el color, el volumen y las formas y “desde ahí considero que mis orígenes esenciales son autodidactas luego llegó un proceso en que comprendí que no quería hacer arte sino ser artista”.
De lo Taíno al Jazz
Hace siete años que hice contacto con Adolfo para que expusiera en la exposición colectiva “Expresiones Caribeñas”, que organizamos en Puerto Plata un grupo de colegas artistas y verdaderamente al presentar sus obras no había mucho que comentar ya que éstas expresaban nuestras raíces, la parte taína, de una manera sublime y armoniosa y muy atinada cuando obras de gran tamaño se hacían acompañar de lámparas trabajadas con tinajas como bases, que esbozaban importantes elementos de esa cultura extinta y protagonista de nuestro proceso de mestizaje.
“Para mí es un sueño, nadie me entiende quizá lo harán cuando ya tenga barbas blancas pero yo vi parir en mis manos el arte taíno con forma y fondo, con un trabajo más investigativo y consciente de esta cultura y que de manera asombrosa comencé a ver como se instalaban fábricas que reproducían la esencia de mis obras y que en Bávaro, los turistas comenzaron a consumirla más que la pintura haitiana y lo que es más, la gente se contagió y se adoptó algo que era de los taínos y que yo le había dado auge y difusión”, manifiesta este artista.
Adolfo asume que “aunque los críticos de arte no han explorado a fondo la riqueza de la inclusión de los elementos taínos en las artes plásticas”, se siente satisfecho de que ese estilo haya cambiado significativamente el contenido visual de la artesanía dominicana y de que ya en tiendas de regalos, los turistas encuentren más este tipo de obras y no las pinturas haitianas que aunque exhibían el contenido cultural y social de Haití, bien habían invadido el mercado de la plástica nacional en escenarios diversos.
La evolución de Faringthon no se quedó en su producción de piezas con ese valor cultural sino que se convirtió en el artista responsable de que cada año el Dominican Republic Jazz Festival tuviera un escenario atractivo por el que se despliegan una serie de reconocidos jazzistas internacionales, lo cual logró incorporando grandes paneles o lienzos de sus pinturas a manera de metáforas entre sonido y color por seis años consecutivos.
“Mucho antes de incorporarme a trabajar con los productores del Festival de Jazz ya existía en mí ese apego a la música por lo que en esos festivales encontré la magnífica oportunidad de ofertar una nueva visual al escenario de tal manera que músicos y público se sintieran en armonía y al ver que la escenografía de esos conciertos eran piezas de los departamentos de producción de los hoteles decidí crear algo que le otorgara un sello distintivo a ese evento anual tan atractivo e importante”, añade.
Desde la celebración del tercer festival de jazz en el año 2001, las obras de este artista han otorgado la brillantez y majestuosidad que se requiere para recibir a artistas locales, nacionales e internacionales de la talla de Chuck Mangione, Arturo Sandoval, Chichí Peralta, Gonzalo Rubalcaba, Néstor Torres, Sandy Gabriel, Richie Flores y otros de gran renombre.
Vale resaltar que la trayectoria de nuestro artista goza con el aval de su incesante participación en más de 22 exposiciones individuales y colectivas tanto en República Dominicana como en Francia, Suiza, Canadá, Cuba y Estados Unidos.
Por lo demás Faringthon es el artista inquieto y hurgador de un arte armónico cuya inspiración y desarrollo ha sucedido entre lo taíno y el jazz pero por sobre todas las cosas, es un ser humano con una gran sensibilidad y espiritualidad que le han permitido trascender de Sosúa al mundo y que a través de su arduo trabajo ha logrado producir propuestas cargadas de colorido, ritmo y paz.
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